Un grupo de científicos en Argentina ha logrado un descubrimiento notable en el Valle de Uco, ubicado en la provincia de Mendoza: el tuco-tuco Ctenomys Uco, una nueva especie de roedor que no se había registrado previamente en el mundo. Este importante hallazgo representa un avance considerable en el conocimiento de la fauna de la región y subraya la relevancia de conservar la biodiversidad en los ecosistemas del país.
Este descubrimiento fue posible gracias a los esfuerzos del programa MatrizViva, una iniciativa que resulta de la colaboración entre diversas entidades públicas y privadas. Entre los participantes se encuentran Bodega Argento, el Grupo Avinea, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). El propósito de este programa es investigar la biodiversidad en los viñedos del Valle de Uco, una de las zonas más importantes para la producción vitivinícola en Argentina, con el fin de fomentar la sostenibilidad en dichos cultivos.
Así fue el descubrimiento de este roedor
El descubrimiento del tuco-tuco Ctenomys Uco tuvo lugar durante una serie de estudios enfocados en los insectos que habitan los viñedos orgánicos de la región. Aunque ya se habían registrado dos avistamientos previos de esta especie en el Valle de Uco, no fue hasta ahora que su existencia se confirmó de manera oficial, lo que constituye un aporte crucial al estudio de la fauna local y la ciencia argentina.
Este descubrimiento se añade a una serie de identificaciones recientes de otras especies del género Ctenomys, como el Ctenomys eileenae y el Ctenomys verzi. Ambas especies son endémicas de la región centro-oeste de Argentina, especialmente de las laderas andinas en provincias como La Rioja, San Juan y el suroeste de Mendoza. Esto resalta la diversidad biológica que se encuentra en estas áreas montañosas.
El programa MatrizViva, que ha sido clave para este hallazgo, se centra principalmente en estudiar la biodiversidad en los sistemas agroecológicos locales. Uno de los logros más destacados de este programa es la creación de la “Parcela de Flores”, una zona experimental en la que se plantaron 26 especies de plantas diferentes entre los viñedos. Esta práctica ha ayudado a aumentar la diversidad de insectos en la región y ha contribuido a mejorar la calidad del suelo, lo que resulta beneficioso para la vitivinicultura orgánica.
Cecilia Acosta, quien lidera el área de Investigación y Desarrollo en el Grupo Avinea, señaló que el descubrimiento del tuco-tuco es solo uno de los varios avances que el programa MatrizViva ha logrado en su misión de promover una vitivinicultura más sustentable y ecológica. Actualmente, el grupo está llevando a cabo más de 15 proyectos con el objetivo de mejorar la biodiversidad y la salud del suelo en los viñedos.
El equipo de investigación también ha comenzado a utilizar herramientas tecnológicas avanzadas, como cámaras trampa y cajas Sherman, con el objetivo de monitorear y mapear la presencia de mamíferos y micromamíferos en los viñedos gestionados de manera orgánica. Estos métodos permiten a los científicos obtener una visión más completa de la fauna que habita en estos espacios.
En definitiva, el descubrimiento del tuco-tuco Ctenomys Uco no solo marca un hito importante para la ciencia argentina, sino que también pone en evidencia cómo la interacción entre la agricultura y la naturaleza puede resultar en avances significativos para la biodiversidad y la sostenibilidad de los ecosistemas locales. Este tipo de proyectos son un ejemplo de cómo se pueden combinar prácticas agrícolas con la conservación del medio ambiente para generar beneficios a largo plazo.
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